sábado, 2 de marzo de 2013

Dolor de país, por qué la violencia como lenguaje


Estoy cansada de tanto odio, de tanta violencia,
de tanto deseo de muerte, de tanta irracionalidad,
de tanto dolor, de tanta destrucción.

El país, la ciudad, la universidad, lugares donde me muevo diariamente, son estructuras organizativas definidas por áreas geográficas delimitadas, regidas por entes gubernamentales de diferente jerarquía, y con leyes de convivencia y administrativas adecuadas a cada una de esas estructuras.  Para existir las tres requieren que un grupo humano haga vida en ellas.
Un grupo humano en su acepción más generalizada es un conglomerado de individuos plurales quienes, a pesar de las diferencias que puedan existir entre ellos, se mantienen relacionados y comunicados en pro de objetivos comunes. Están convencidos de que si trabajan juntos podrán alcanzar sus metas con mayor rapidez, que si lo intentaran individualmente.
Cada individuo perteneciente a ese grupo humano expresa violencia de forma instintiva.
La violencia puede definirse como el instinto que en los animales se dispara cuando se necesita cazar para comer y sobrevivir. En ellos esta conducta irremediablemente lleva a la muerte (matar o a morir). Los seres humanos compartimos este instinto con los animales, aunque en nosotros su objetivo principal esté caduco. El mismo está íntimamente arraigado en nuestra naturaleza y si no aprendemos a reconocerlo y controlarlo, actúa de forma desmedida y caótica, buscando objetivos alternativos a los originales para los que se desarrolló, pero que le permitan satisfacer su cualidad de instinto.  En términos generales, las formas de violencia que se expresan en  nuestras sociedades son desviaciones de esa función principal del instinto de violencia básico destructivo. 
Junto con el instinto de vida que está constantemente inventándose, creándose y recreándose, este instinto violento y cuya expresión máxima es la muerte, constituyen las dos caras de una misma moneda. Su mejor representación, El Eros y  El Tánatos. 
Ancestralmente éramos perseguidos por fieras para quienes constituíamos su base de alimentación. Este dilema ancestral ha desaparecido. Hoy en día, y en mayor o menor grado, vivimos en “paz social”. En esta “paz social” existen formas de violencia aceptadas por la sociedad, como los deportes extremos, y formas de violencia no reconocidas, como posibles de ser aceptadas, como los suicidios, los accidentes o las guerras declaradas o no. En muchos casos, estas últimas derivan de la intolerancia  y la no aceptación del otro como miembro del grupo humano al cual cada uno de nosotros pertenece.
Lo que es definitorio es que cualquier forma de  violencia es en sí misma, un acercamiento a la muerte, la máxima agresión a la vida. Cuando en un grupo humano se desborda el instinto de violencia, se crea un círculo vicioso que de no controlarse, implicará una escalada de violencia que de llegar hasta consecuencias extremas, eventualmente permitirá la resolución de la crisis de violencia generada por el desbordamiento, pero no necesariamente resolverá la problemática que causó el desbordamiento de violencia.
Cada día salgo a la calle en esta querida ciudad, cada vez que deambulo por los pasillos de nuestra Alma Mater, cada vez que me siento a revisar las líneas de los periódicos que me hablan de lo que ocurre en otros parajes de Venezuela, tiemblo de miedo. A la vez, siento urgencia de expresar cuan imprescindible es que cada uno de nosotros, quienes convivimos aquí,  nos veamos a los ojos y nos reconozcamos como lo que somos, VENEZOLANOS. Es indispensable hacerlo, es fundamental revertir ese círculo vicioso en el cual cada día estamos más  profundamente inmersos y transformarlo en un círculo virtuoso de reconocimiento mutuo. De no hacerlo, más temprano que tarde la escalada de violencia no tendrá retorno, será el jaque mate final, la violencia ganará la partida a toda forma de vida dentro de nuestro grupo humano.  
La consecuencia será aun más dolor del que sentimos en nuestro grupo humano, los venezolanos. Ya hoy en día no existe familia en Venezuela que no haya sido tocada por esa desagradable experiencia sensorial y emocional que es el dolor. Emoción que se produce por los actos de violencia cada día más frecuentes y que en años recientes se han transformado en un lugar común.
Entendamos ese dolor que hoy empaña cada hogar como una señal de alarma, pongamos atención a la situación que causa el dolor que sentimos, aceptemos nuestras diferencias, seamos compasivos e inclusivos con quienes nos rodean, depongamos nuestras actitudes  agresivas. Exijamos a nuestras autoridades cumplir las leyes y mandatos que nos rigen, de forma imparcial, para así administrar justicia y lograr nuestra convivencia y respeto mutuos.
Recordemos que para morir solo se necesita haber sido concebido, nacer, estar y mantenerse vivo. Es verdad que todas estas acciones también implican violencia. Pareciera entonces que los seres vivos, los humanos entre ellos, estamos constantemente inmersos en un juego donde los soplos de vida y de muerte juegan entre sí, hasta el final. No necesitamos acelerarla atizando el círculo vicioso de la violencia.
Es cierto que la violencia es una fuerza más poderosa que los instintos que fomentan la vida. Pero con más razón, es imprescindible entonces que eduquemos nuestro instinto violento para que nos obedezca y no que nos gobierne.
Reconstruyamos el grupo humano que hemos sido, donde el respeto y la aceptación constituyen valores irremplazables. Es nuestro deber, es nuestra tarea, de todos.

Alicia Ponte Sucre

NO A LOS MOTORIZADOS EN LA UCV


Para los peatones y los que nos desplazamos en automóviles (carros propios o por puestos) no es un secreto el terror al cual estamos sometidos en las principales vías y autopistas en en este país, ya no sólo en las metrópolis. Aunque de estos ciudadanos  se amparan en el  Artículo 87. de la constitución bolivariana de Venezuela la cual establece que "Toda persona tiene derecho al trabajo y el deber de trabajar. " , la mayoría de ellos  violan entre otros el Artículo 43 y el 60 de la CRBV (El derecho a la vida es inviolable y Toda persona tiene derecho a la protección de su honor, respectivamente) al arrollar y/o asesinar a cualquier tipo de transeúnte, al ofender de manera verbal con lenguaje estocástico a quienes de manera correcta siguen los lineamientos establecidos en  las normas de reglamentación, prevención e información rigen al transporte y  transito terrestre en nuestro país. NO EXISTE HOY DIA VENEZOLANO QUE NO HALLA SUFRIDO LOS EMBATES DEL "MOTORIZADONISMO"; pero lo lamentable e impresionante es lo severo de la anergia, la atimia  y anodinia existente en la comunidad ucevista en la que pareciera que no existe capacidad de memoria pues son muchos los eventos que sucedieron y suceden a diario en el campus universitario: Asesinato en las inmediaciones del Decanato de Medicina y Transbordo, ultraje, robo y hurto en tierra de nadie y en las las instalaciones y cercanías de Ingeniería, FACES, FAU, IME,  Nutrición  Bioanálisis, Deportes, sin contar los agravios de los cuales son objetos los peatones y los chóferes (irrespeto a rayado de peatones, circulación por las aceras,  los Jardines, los pasillos y en sentido inverso en las vías internas con los consecuentes daños a la infraestructura de la UCV, amen de los que son objetos las personas, y vehículos que sirven de pillaje y extorsión por parte de los motorizados en armonía con funcionarios públicos de los organismos de seguridad.
NO PUEDO JUSTIFICAR EL HECHO DEL LIBRE ACCESO AL HOSPITAL UNIVERSITARIO DE CARACAS CON EL RIESGO DE MUERTE QUE REPRESENTA EL "MOTORIZADONISMO ó MOTOCICLISTONISMO ó como se debe decir" TANTO PARA LAS PERSONAS QUE HACEMOS VIDA EN LA INSTITUCION COMO PARA LA INSTITUCION MISMA a 13 años de ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.  
Cuando se analiza la ponderación de la ley no se puede equilibrar el articulo 87 de la CRBV con la lista de artículos del COP en los cuales se estipulan hechos punibles (77, 80, 83-87: 100-102; 113, 120-124. 176, 271, 284,286-293, 295, 298, 358, 374, 382, 384-385, 394, 407,  411 -413, 415-422, 426-431, 444, 446, 453, 457,458,460-463, 475,476, 480, 485, 514,515, 538, 540-542 ) permitirían catalogar a "motorizadonismo" como un Delito quizás mayor al del terrorismo, y no es criminalizar sino es que los motorizados en su accionar lo han hecho en el devenir de los tiempos.
El llamado es a todos a unirnos a expresar nuestra vos de protesta por la forma como hacen vida dentro del campus universitaria los jinetes de los caballos de acero.
No esperemos a que ocurra un hecho fatídico con un doliente llámese hijo o compañero de trabajo (Obrero, administrativo, Docente, Autoridades).
La UCV es Nuestra Casa acá pasamos mas horas que en nuestro hogar
A quien competa debe tomar las cartas en el asunto

Saludos
Alberto José García González
Medico Cirujano, MSc. & Dr. Bioquímica
Profesor Instructor Escuela de Medicina Luis Razetti