Estas palabras asaltan mis
vigilias y mis sueños desde hace varios días. No me abandonan, e insisten en
regresar a mi mente constantemente, como si quisieran decirme algo fundamental.
Decido entonces buscar en Google y explorar que significados arrojan las
mismas. Quizás así puedo organizar mis ideas y expresar lo que siento y lo que
ellas me quieren decir.
Leo entonces como Confusión
se define como
incapacidad para pensar con la claridad y velocidad usuales, incluyendo el
hecho de sentirse desorientado y tener dificultad para prestar atención,
recordar y tomar decisiones.
Seguidamente busco Crispación
y encuentro que se define como acción y efecto
de crispar (irritar, exasperar). Nerviosismo y
tensión. Peleas frecuentes, discusiones, conflicto. Quien no armoniza
con quienes convive contribuye a la crispación. Para evitarla, el consenso, el
acuerdo de una mayoría, minimizando los niveles de conflicto.
Por
otra parte encuentro Disociación como aquello que describe
la desconexión entre cosas asociadas entre sí. Falta de enlace entre
pensamientos, memoria y sentido de identidad. Un ejemplo, “a nivel colectivo, un
acontecimiento que debería trastornar al conjunto no produce emoción, hay embotamiento emocional”. La disociación afecta
la subjetividad de la persona, sus pensamientos, sentimientos y acciones; se ve
a sí misma realizando acciones, controlada por una fuerza externa, está fuera
del propio cuerpo y en un mundo que no es real.
Posteriormente busco Indignación,
y encuentro que es un enojo o enfado
vehemente contra una persona o contra sus acciones. Ira, irritabilidad, furia. Una reacción espontánea contra
algo que se considera inaceptable. Esta emoción puede derivar en acciones organizadas,
una marcha de protesta, o reflejarse en una emoción violenta inmediata, como
golpes o insultos.
Finalmente, busco la resignación… es la
capacidad de aceptar y adaptarse a las adversidades; un
acto de sumisión, de mansedumbre, ceder para no causar trastornos. Paciencia y
humildad más que cobardía y derrota. Avanzar sin oponer resistencia, adaptándose a las circunstancias. El resignado deja de luchar de la
manera habitual para emprender a la primera oportunidad y volver a luchar de
una manera distinta.
Qué
me dicen entonces estas palabras. ¿Por qué me golpean la cabeza y se reflejan
en el espejo cada día de forma reiterada e insistente?
Y
me respondo…
En
este momento álgido de la vida universitaria estamos inmersos en una película cuyo
título podría ser “Reclusos de nosotros mismos”. Autoridades Rectorales incapaces
de convocar a su comunidad y ser los lideres que la historia les reclama que
sean en este momento tan complicado de la vida académica; estudiantes que viven
en una burbuja, insistiendo en culminar el año académico contra viento y marea,
incapaces de entender que salvarán su año pero perderán la Universidad;
empleados y obreros luchando de forma
desproporcionada por el reclamo de sus derechos; profesores incapaces de
vencer la inercia que tienen dentro para dar el paso necesario y vivir el
paradigma del siglo que nos toca.
La
Academia humillada, pisoteada, vapuleada. Todos los habitantes de esta comunidad
traspasando de una de estas emociones a la siguiente; galopando en un carrusel
que da vueltas y vueltas sobre si mismo, al infinito, cada vez más vertiginoso,
cada vez mas urgente, cada vez mas individualista, cada vez mas efímero e
intrascendente. Toda la comunidad, frustrados y resignados.
Pero
la resignación no acepta que el deseo propio haya sido frustrado. La
resignación siempre incluye fijación en lo que no pudo alcanzarse, añoranza por
lo que no pudo ser, nostalgia que nos deja detenidos en un marasmo que no nos
permite comprender que somos reclusos de
nuestra incapacidad de defender adecuadamente lo que consideramos justo y
honorable. Impotencia para expresar nuestras necesidades; debido a ello y por
omisión nos adherimos al deseo de los otros y al perder nuestro raciocinio, nos
ajustamos a la iniciativa de otro, no importa quien, todos caemos en los mismo.
En
base a este análisis siento entonces que es imperioso que quienes
hacemos vida en la Universidad comprendamos
que nuestros problemas son compartidos, nuestros reclamos son justos y nuestras
luchas deben ser firmes y honestas, y actuemos en consecuencia. Más sin olvidar
que somos una comunidad plural donde las individualidades de las luchas se deben entender y aceptar de forma consensuada, nunca bajo el dominio
de la violencia, el amedrentamiento, la dominación.
El momento histórico que
vivimos nos lo exige. Necesitamos Autoridades Rectorales que den la cara a
quienes convivimos en este recinto y valientemente nos informen de lo que
sucede y nos convoquen dentro de la pluralidad que somos, a defender la
institución. Necesitamos estudiantes comprometidos con sus estudios pero
apropiados del concepto Universidad como el ámbito que les permitirá ser los
profesionales de esta Venezuela nuestra. Necesitamos empleados y obreros
orgullosos trabajadores Ucevistas, capaces de defender con honor y respeto sus
derechos. Necesitamos profesores que rasguen su inercia interna y la traspasen
para dar un paso al frente y colocarse codo a codo al lado de estudiantes,
trabajadores y autoridades rectorales. Exigir
y conseguir los recursos humanos, monetarios y civiles precisos para realizar su labor.
Necesitamos de una
comunidad que avance en defensa de la Institución que por tantos años y a cada
uno de nosotros nos ha dado su vida como una madre lo hace con sus hijos.
Nuestra Alma Mater lo
reclama y lo exige. Ella lo merece por su trayectoria histórica. Esa misma
historia nos reclamará no haber procedido en el momento adecuado.
Alicia Ponte Sucre
No hay comentarios:
Publicar un comentario