domingo, 24 de febrero de 2013

LA MUERTE EN CASA. 19 de febrero 2013


En la mañana de hoy un ser humano fue muerto a balazos a escasos metros de la entrada principal del Decanato de la Facultad de Medicina UCV y muy cerca de las aulas donde enseñamos a miles de jóvenes a salvar y mejorar la calidad de vida de las personas. Donde trabajamos para que nadie muera por causas evitables. 

Le arrebataron la vida a una persona, a un lado de la sede del Ambulatorio, donde acuden a diario cientos de ciudadanos buscando vivir más y mejor, tratando de encontrar el apoyo de los profesionales de la salud y de los conocimientos científicos. La paz y el sosiego de la sabiduría, para sanar sus males.
Cuando una persona yace sobre el asfalto, víctima de la violencia criminal, en el ámbito de la Universidad Central de Venezuela, todo, hasta el mismo nombre de nuestra casa de estudios, es otra cosa.

Cuando asesinan a alguien frente a nuestras narices, a escasas horas de haberse anunciado la implementación de un programa de seguridad en la UCV, no podemos ni debemos permanecer indiferentes. Estamos obligados a estremecernos, a reaccionar, a ser contundentes y tener una conducta de repudio e indignación que evite la convivencia con la muerte por violencia asesina como algo normal.

Debemos modelar conductas y formar valores en nuestros estudiantes, que no se acostumbre la comunidad ucevista, ni el país, a esta fatal “normalidad”. Estamos obligados a hacerlo, a conmover la fibra humana de cada quien.

Debiéramos propiciar el diálogo y la reflexión colectiva sobre la gravedad de lo ocurrido. Marcar pauta y trazar la raya. Enfurecernos y rechazar la violencia y la muerte. Suspender la rutina y atender la emergencia vital de despertar la sensibilidad del colectivo ante un hecho tan grave, un drama contrario a todo lo que somos y hacemos.

Porque cuando como hoy, una persona asesinada yace en nuestro patio, entonces TODO, hasta una universidad, hasta un salón de clases, deja de ser una “casa que vence las sombras”, para convertirse en otra cosa. No nos acostumbremos.

Dr. Héctor Arrechedera
Ing. Sergio Antillano